«Las personas tomamos decisiones todos los días y estas son las que nos definen.»
¿Por qué hay noches como la de hoy en las que me siento intranquilo, nervioso, impaciente y con la sensación de alegría correteándome por el cuerpo? No quiero pensar que estoy a punto de sufrir un nuevo brote de bipolaridad, no o sí, son divertidos, pero también traumáticos. Me había prometido que la próxima vez que sufriera uno lo iba a contar diariamente y por si acaso aquí estoy, a las 4:17 AM tecleando mis sentimientos y sobre todo las sensaciones. Suena una música celestial, es Mozart, son sus últimas sinfonías, y es, si no me equivoco, el último CD recién adquirido. Por el día estuve muy atareado con las tarjetas navideñas, total sólo he enviado tres; pero será por la alegría que me produce el descubrirme de repente con ganas de comunicarme o más bien el tener algo que contar aunque sea el desear Feliz Navidad.
Últimamente me quedo tiempo pensando en el hecho de contar con un único amigo que da la casualidad que también es mi pareja, así que de repente tener a alguien con quien sentir la confianza necesaria como para expresarle mis deseos, pues me satisface, ¡qué queréis qué os diga! He hecho una pausa... Recuerdo ahora, y me hace sonreír, cuando decía “lila pause”, estirando lo más posible la “u”. Una pausa para cambiar la música, el CD de Mozart había llegado al fin y necesito ambientillo, por cierto encenderé una vela. Hecho, y ¿ahora qué? Encenderé otra, una roja y la otra amarilla y además antimosquitos. Me pierdo un poco mirando las paredes llenas de cuadros; frente a mí, justo detrás de la pantalla del Mac, está “Mi-sol”, una abstracta cara de gato persa mirándome con sus grandes ojos desde un Mediterráneo transparente. Lo pinté yo mismo en el 98 con un doble sentido, uno dedicado a mi gato persa Sol, aquel que desapareció por los tejados de la calle Ballesta en Madrid, posiblemente un año más tarde, y el otro a mi adorado Sol, estrella, por eso también el nombre del gato, en honor a mi astro y su color dorado y la época por la que yo estaba pasando, pues tenía cierta predilección por ese maravilloso color. Ahora, de repente pienso que ya son las 5:01 AM y he escrito 19 lineas, je, je. A mi izquierda tengo la foto de mi Navidad, aquella que hice hará cosa de un mes un atardecer que salíamos con Dean y nos sorprendió un majestuoso arco iris, volví, cogí la cámara de fotos y casi corriendo nos fuimos a nuestro mirador favorito, clic, y ahí está ese rayo multicolor saliendo del cielo atravesando nubes para perderse entre el mar y una palmera, todo eso y un atardecer sobre un pueblecito y el verdor del campo. Pues esta imagen que yo vi esa tarde la verán más personas que no estaban allí ese día porque es la imagen de las tarjetas que envié y todavía enviaré esta Navidad. Tiene gracia. Unas pocas personas van a ser partícipes del momento más especial que tuve este año a punto de terminarse. Para el que quiera leer entre lineas tiene todo un material. Yo descubro inmediatamente que transmite que en ese pequeño mundo que es este mío pasan cosas que contemplo y disfruto.
¿Por qué fabricar yo mismo una tarjeta cuando sería más fácil comprarlas hechas? Quizá por regalar algo de mí, el compartir algo íntimo con alguien a quien quiero, en definitiva la necesidad de dar algo más. En el fondo actúo para epatar al destinatario lo suficiente como para que se sienta en la necesidad de responder a mi detalle con otro semejante. Eso es, un medio para saber de alguien. Todo esto no deja de ser una tontería pues casi nunca me ha funcionado y esta vez pienso que quizás, pero verás como no. Bueno de momento siempre hay una persona que no falla que es mi hermana mayor. Con el cariño y la ilusión que pongo cuando las estoy haciendo, y luego escribiéndolas, incluso el esmero en que los sobres queden bonitos, yo disfruto de todo este proceso. ¡Bingo! Estoy apreciando las pequeñas cosas de la vida de nuevo.