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miércoles, 29 de febrero de 2012

MARGARITAS




«Tanto esfuerzo para olvidar sólo sirve para recordar mejor.» 
Miguel Angel Muñoz

Es ya tiempo de ver margaritas por todas partes; me gustan estas flores, será por lo simples, será porque las asocio a mi hermana Daisy (margarita en inglés), será tal vez por lo de deshojarlas -me quiere no me quiere-, será... ¿Por qué será? Me gustan y punto, pero este año no me atreví todavía a cortar ninguna y comprobar lo que me dice el último pétalo.

Tener una hermana que no quiere saber de uno porque no quiere sufrir es peor que tener un tío en Cuba. No es algo con lo que me levante cada día en la cabeza pero sí que no hay día que no lo tenga presente; y, por supuesto, aunque intenté que su actitud cambiase, no lo conseguí y es más, a partir de ese día mi vida empezó a desmoronarse. Coincidencias o simplemente circunstancias que no tengo manera de asimilar y me descolocan. Daisy es tan solo diez años mayor que yo, curiosamente nacimos el mismo día del mismo mes del verano con una década de diferencia. Nos parecemos demasiado pero ella ha sido más egoísta. No tenemos idénticos los traumas de la infancia, eso es quizá lo único que nos separe. Los dos fuimos rebeldes, pero a ella le curó el amor y a mí me perdió el desamor. Hay que ver lo que puede desorientar una gran inestabilidad sentimental, lo mismo que tropezarte con una buena persona puede encarrilar tu vida para siempre (mientras te suceda antes de haberte perdido de verdad).

El tiempo en la vida todo lo controla y en parte es de lo más lógico porque la vida transcurre en un tiempo, el mismo que marca el principio y el final. Un mismo suceso nos afecta de manera muy diferente dependiendo del momento en el que tenga lugar, así por ejemplo todos sabemos que la pérdida de un padre en la infancia no es igual que si sucede cuando uno ha alcanzado la madurez. Por esto digo que a ella le salvó encontrar la estabilidad sentimental a una edad temprana, con veinte años apareció su Manuel y toda su vida giró hacia el camino de formar una familia. Daba gusto ver cómo se querían; sentir el amor de cualquier manera resulta placentero. Uno se siente bien, quiere y es querido, lo tiene todo y mágicamente su vida se le arregla; de repente deja de tener dudas y sabe qué es lo que tiene que hacer. Ella, que nunca había sido buena estudiante, se transformó en una de las mejores alumnas de su promoción. Sus compañeros le pedían apuntes o querían preparar los exámenes con ella. Manuel que parecía no tener mucho interés por el magisterio empezó a aplicarse. Así en pocos años ya estaban ambos al frente de una clase enseñando y, lo mejor de todo, disfrutando del trabajo que realizaban. Mientras, yo daba tumbos buscando mi lugar en el mundo. Es verdad que sólo en breves períodos dejé de caminar pero también reconozco que lo que me interesaba un día dejaba de hacerlo al siguiente. La insatisfacción me llevaba de un lado para otro y yo que siempre había sido un buen estudiante dejé de serlo por falta de interés, por inmadurez, por carencia de afecto... En una palabra, por inestabilidad me perdí. Pero aún perdido seguí caminando, seguí probando, seguí estudiando y trabajando; aprendiendo otras materias, conociendo otras ciudades... Pero siempre fallaba algo y era este fallo que sentía el que me hacía perderme de nuevo. No conseguí que nada me llenara lo suficiente, cometía errores, me refugié por un tiempo en las drogas, me apoyaba en lo que fuese mientras esperaba... Recuerdo una época en la que fumaba sin parar, con cada cigarrillo pensaba: «fumando espero...», y me perdía en el humo añorando.

En todo este tiempo ellos tuvieron una hija: Ana, a la que vi crecer a ratos, a la que también quise (y tampoco he dejado de querer ) y me quiso con locura, y también me dejó de querer (o al menos de demostrármelo) y de hablar. Pasamos una temporadita juntos quizás en un momento en el que yo pasaba uno de esos de duda o de pérdida de la realidad y ella, con tan solo dieciocho años, no entendió y se apartó de mí. Hará de todo esto unos seis años, quizás siete. Pienso que habrá cumplido ya veinticinco... El verano pasado estuve en Santiago y no la vi, no sé ni si estaría, no me encontraba lo suficientemente fuerte para superar una negativa. Había pasado por una reciente, de su madre, cuando a mediados de verano fui a esperarles al aeropuerto de Barajas y recibí una llamada pidiéndome por favor que me fuera de allí y buscase un médico. No le hice del todo caso, me fui eso sí, pero no acudí a ningún médico, me limité a llorar y a perderme una vez más. Si realmente creen que estoy tan enfermo deberían ayudarme. No entiendo nada.

Es normal que hoy mire a las margaritas del jardín con cierto recelo, pero no dejan por ello de gustarme, quizás mañana me atreva sin darme cuenta a cortar una y caminando tras de Dean empiece a deshojarla y sólo cuando entre mis dedos quede un pétalo sea consciente del mensaje... ¿Me quiere? ¿No me quiere?
(c)Miguel Je 2012

sábado, 25 de febrero de 2012

INDIGNACION DE UN JUBILADO POR LA INJUSTIFICADA E IGNOMINIOSA BAJADA DE PENSIONES


Sra. Dña. María Eugenia Martín Mendizbal
Directora General Secretaría de Estado de la Seguridad Social
Ministerio de Empleo y Seguridad Social
Gobierno de España
Madrid  24 de Febrero de 2012




Muy Sra. mía:


Entendiendo que su irrespetuoso atrevimiento no tiene límites al dirigirme semejante carta, como jubilado español que soy y... ¡más que indignado!, considero un deber contestar a una tan soez y escandalosa burla como la que representan, para mi concepto, esos once renglones que dedica a explicarme algo que, en nuestro idioma español tiene un nombre muy distinto al que Ud., sin argumentos, pretende dar a la reducción de un supuesto déficit público que yo no he contribuido a crear y que, ahora, se me condena a pagar tan arbitrariamente, que no se sostiene ni por un momento que, con ese atraco a mis intereses, reduciéndome la pensión, se vaya a solucionar un déficit público tan abultado como el de un Estado tan derrochón, que mantiene a su clase política tan escandalosamente apesebrada, en una abundancia de privilegios y prebendas, que claman al cielo y a pesar de que se les llena la boca de proclamar de que España está en crisis.

A Ud. que se ha permitido tocar los únicos y escasos ingresos que percibo como renta por tantos años de trabajo al servicio de mi Empresa y de mi país le digo, sinceramente, que esta agresión la considero una felonía pues es totalmente injusto que se nos detraigan recursos, cuando más se necesitan, a fin de hacer frente a todas las deficiencias que, a tan altas edades alcanzamos, no satisfechas por una Administación mala y poco previsora que malgasta los recursos públicos en salvas y, en muchas ocasiones, como se ha venido observando, desviando importantes cantidades a satisfacer corruptelas y ambiciones ilegítimas y escandalosas de gentes afines a los políticos de turno.

¿Qué puede decirme de la flagrante mentira con la que su Jefe Político y de Acción de Partido, ha accedido a la Presidencia del Gobierno de España? No quisiera volver a oírle, ni por una sola vez más, en sus discursivos enredos, “ que quiere el bienestar de todos los españoles ” porque se ha equivocado de auditorio al considerarnos a todos los jubilados, poco menos que subnormales pues, en plena campaña electoral del 20N, repitió, ¡hasta la saciedad!, la solemne promesa de que, desde el primero de Enero, iba a reparar el agravio cometido por el Sr. Zapatero a los jubilados, que se atrevió a congelar por un año las pensiones, procediendo a efectuar la revalorización de las mismas en un 1%, con la sana pretensión de que, los empobrecidos pensionistas de este país recuperáramos el poder adquisitivo perdido. ¿Cómo puede, pues, denominarse esta especie de terrorismo económico de Estado que, a base de decretazo, se ha permitido subir el tipo impositivo del IRPF ?

No les considero tan ingenuos ni tan analfabetos como para no entender que, lo que han hecho es reducir las pensiones, por sorpresa y alevosamente, y que las cifras cantan, cebándose contra, las clases más desprotegidas y desfavorecidas de este país, que somos los pensionistas, soporte invisible del tremendo paro que se ha planteado entre miles de familias de España, demostrando una incapacidad manifiesta de políticos que no saben ni por donde andan, al seguir permitiendo que la Justicia Social y la Equidad sean palabras desterradas de sus compromisos, en unas tareas de desgobierno que ponen de manifiesto una incalificable cobardía e incapacidad punible por no querer abordar, sin demora, la puesta en marcha de medidas que pongan coto al injusto enriquecimiento de una privilegiada clase especialista en ocultar al fisco, en paraísos, sus fabulosos beneficios y en defraudar impunemente a la Seguridad Social.

Lamento profundamente que tan perniciosamente se haya atrevido, ¡encima!, a molestarme con esta incordiante carta, que nada explica, para incidir malévolamente en mi desgracia de ser jubilado cuando saben, perfectamente que nuestra preocupación se centra en aprender a capear el temporal desatado tan inconsiderada e injustamente por Uds. sobre nuestras débiles economías.

¡¡Así no se saca a España adelante !! Y como atención y respeto que me debe siendo español, le pido que haga el favor de transmitir a sus Jefes y superiores políticos mi más enérgica protesta porque veo que son tan cortos de miras que, todavía, nos quieren hacer creer que solo Uds., los que mejor y más opíparamente viven, tienen la razón convertida en auténtico sarcasmo cuando, como católico, observo que, su Partido Popular, se ha atrevido a debatir en sesión congresual de Sevilla, ¡nada menos! que su Cristianismo. Una burla más de todo lo sagrado, que no debe ser profanado con acciones tan inmorales como las protagonizadas por todo un equipo de gobierno de un partido sin horizontes de ética conocida, que nos obliga a los españoles, que no pertenecemos a ideología alguna, a lamentarnos de la tremenda irresponsabilidad que ha supuesto el confiar en un trapacero cuyo afán era conseguir el poder a toda costa.





miércoles, 22 de febrero de 2012

EL PENÚLTIMO VIAJE



«Sereno ante la puerta qué algún día traspasaré, porque ya sé vencer al destino.»


Hace apenas unos días, y por un muy desagradable motivo, tuvimos que emprender un viaje atravesando el país de Este a Oeste. Una noche para ir y otra para volver y entre ellas, tres días en Galicia, concretamente en Lugo. Mucho tiempo para pensar, para observar y para experimentar nuevos sentimientos provocados por situaciones no vividas con anterioridad. Ahora empiezo a sedimentar todo lo ocurrido en las primeras semanas del nuevo año. Me llama la atención haber comprobado que Galicia sigue siendo diferente, en concreto sus gentes, la solidaridad que persiste en sus pueblos, es como si ellos no hubieran perdido todavía ni una pizca de humanidad. Habrá de todo, como en todas partes, pero cierto es que sólo he visto en todas las personas con las que he tratado ternura, solidaridad y apoyo. Lo mismo he percibido entre mis pocos amigos de aquí, en el Este y entre mis amigos «facebookeros». ¡Gracias a todos!

Ya desde hace mucho soy consciente de que la vida puede pegar un giro en un segundo y sin previo aviso. Da igual que todo se intente hacer bien y que pongamos todos nuestros sentidos en aquello que hacemos siempre puede escapársenos algo a nuestro control. Pero del mismo modo también sé que el ser humano es capaz de soportar todos estos «giros inesperados»; somos capaces de levantarnos ante una gran caída o de soportar dolores impensables. Tampoco me olvido de que somos seres sociables. Cuando algo va mal, la ayuda de los demás nos hace más llevaderos los reveses. Todo compartido resulta más fácil.

En todos estos días ni por un momento me sentí solo ante la desgracia que supone el perder a un ser querido y allegado como lo era mi madre, y encima de la manera que sucedió, convirtiéndose en una tragedia antes ya del terrible desenlace. Es jodido aceptar que tu propia madre se haya muerto de hipotermia en pleno siglo XXI donde se supone que la tecnología lo puede todo y a pesar de llevar un móvil en el bolso no fue posible localizar la señal más concretamente. En pleno centro de la ciudad y por culpa de un resbalón en una pequeña rampa que termina en unos arbustos que disimulan un pequeño terraplén de poco más de dos metros (insuficiente protección, los arbustos, para esos peligrosos metros y más si se tiene en cuenta que esa rampa limita con un pequeño parque infantil con diversos juegos) cayó sobre las zarzas que tapizaban la base, pero al querer incorporarse y por la oscuridad de la noche se apoyó en la valla que delimitaba una obra contigua sin percatarse de que esta tenía un agujero (por no llegar unas cuantas tablas hasta la base) colándose por el, cayendo a los cimientos de hormigón del edificio en construcción. Por mucho que gritara, si es que tuvo fuerzas para hacerlo, nadie pasaba por allí a esa horas, es invierno. Seguramente se fue durmiendo y el intenso frío de ese noche no le permitió ver ni siquiera el amanecer.

Desde el último día del año y hasta el mediodía del diez de enero estuvo desaparecida, siendo descubierta por casualidad, puesto que la obra se paró por las «fiestas navideñas» y aún no se había reiniciado. Pero esa mañana un obrero fue a buscar una herramienta y desde las alturas en la parte ya levantada la vio. Durante esos días la buscaron por toda la ciudad, centrándose más al principio en un área exterior marcada por la señal de su móvil. En ese mismo lugar mis hermanas y sobrinas pasaron varias veces llamando al móvil y no escucharon nada, tampoco repararon en la obra al verla toda vallada con tablones de madera desde el suelo cerrando todo el perímetro. Toda una serie de pasos desgraciados que llevaron al inevitable desenlace.

La última vez que hablamos, no sé el porqué, ella sacó el tema de la muerte y nos comentó que estaba preparada para ese trance aunque no tenía ninguna prisa. Simplemente era realista y decía que lo tenía todo preparado «por si acaso», una expresión muy suya. Había cumplido el cuatro de Noviembre ochenta y dos años y también curiosamente fue la primera vez que olvidé su cumpleaños. Pensaba ir a verla en Navidad pero por ciertos problemas decidí dejarlo para más adelante, todo iba bien… Así fue, pero por desgracia demasiado tarde. Ella quería morirse de golpe, dormir y no despertar, incluso dijo que de un accidente, y no era para no sufrir era para no hacernos pasar una agonía retrasando lo inevitable. Pues sí, se murió de un trágico accidente, bueno todos lo son, pero para nosotros fue una larga agonía. Su carita tenía una expresión de paz; por lo que creo que haber podido verla, a pesar de llevar doce días sin vida y estar sin maquillar, me tranquilizó. Esa angelical expresión sin un ápice de sufrimiento me llenó de paz.

Hay que tener cuidado con lo que se desea pues se te puede conceder, pero hemos de tener en cuenta que puede que el proceso para alcanzarlo no nos guste tanto.

Quería que la enterraran cuanto antes, quería una sencilla ceremonia sin coronas ni flores (y eso que las flores siempre le encantaron). Ella decía: — «las flores las quiero en vida». Odiaba las coronas y las caja fúnebres. Pues allí estaba ella en una típica caja y rodeada de coronas y ramos de muertos con sus tétricas cintas y sus típicos lemas… Yo también odio todo esto. Quería el nicho de arriba, pues fue al de abajo aunque decía que ese era muy húmedo. Decía que con un cura tenía de sobra, pues tuvo seis. Plañideras sí que no hicieron falta pues todos llorábamos, unos por dentro y otros exteriorizando sin pudor el sentimiento de pena.

Yo no pienso elucubrar con mi muerte, que sea cuando y como sea, que hagan conmigo lo que les de la gana. Qué más me da, si al final es lo que pasa. Hay quien pide que su funeral sea una fiesta pero luego a sus allegados no les sale, y a tus enemigos ya la iban a hacer! Yo también soy de los que quieren flores en vida pero lo dicho, qué más da ya. Ella en apenas dos horas que duró el evento se quedó sola, tan solo las puñeteras flores la acompañaban, a ella y a todos sus demás vecinos. Yo también me fui, pero antes de regresar al este, al día siguiente, fuimos a despedirnos y no sé porqué le robé una rosa blanca. De repente me sentí como cuando le sisaba de la cartera para comprar cigarrillos. Seguro que le hizo gracia, yo también sonreí. ¡Siempre fuimos muy cómplices!

©Miguel Je  Febrero 2012

martes, 21 de febrero de 2012

GRACIAS POR SU VISITA





«Camina por donde nunca nadie haya caminado, haz lo que nunca nadie antes haya hecho. Deja tus propias huellas y no pises sobre las huellas de los demás porque no dejarás marca. Si caminas por donde ya has caminado, encontrarás lo que ya habías encontrado.»


Y de repente fue el último verano. Nada será igual, de hecho nunca es igual. Las estaciones se repiten, están por encima de nosotros, pero a pesar de repetirse tampoco nunca serán iguales. Nos acercamos a Marzo y por tanto la primavera ya está muy cerca, en Valencia ya llegó, todos los medios hablan estos días de la «primavera valenciana» y pronto se hablará de la «primavera española», pero mi almendro sigue sin florecer. Sé que un día de estos me sorprenderá, pero también sé que el año pasado a 1 de Febrero ya estaba florido con todo su esplendor y nos deleitaba con su aroma dulzón. Y hace unos años floreció dos veces, puesto que brotaron unas cuantas flores a finales de Agosto. Todo en este mundo anda revuelto. Si creyera en Dios como en Darwin diría que nos está poniendo a prueba una vez más, pero a pesar de haber estudiado en un seminario católico, mi bachillerato fue de ciencias y luego también me decante por la Biología, así que mis creencias no van más allá de la Energía y la Genética.

La evolución pasa por la selección natural: o te adaptas o desapareces. Dentro de cada especie sobreviven los seres más fuertes, así se asegura la continuidad de los mejores genes. Los seres humanos tenemos la capacidad de alterar la genética gracias a la evolución continua del conocimiento, así aplicando los avances científicos hacemos que ejemplares irremediablemente condenados a desaparecer no lo hagan, e incluso hacemos desaparecer equivocadamente algunos a propósito. Pensemos en un pueblo que ha tenido una mala cosecha o que haya sufrido un desastre natural, por solidaridad otros acuden en su ayuda interfiriendo en la selección natural. Podemos pensar también en personas que estarían condenadas a morir, por una alteración genética, que la medicina es capaz de paliar con lo que sus genes que no llegarían a transmitirse pueden hacerlo. También podemos recordar las muchas especies declaradas en peligro de extinción y otras que ya han desaparecido por la avaricia o desdén del ser humano. Soy consciente de que el hombre está alterando continuamente la selección natural, aunque también puede verse como ejecutores que formamos parte de la propia selección.

Ahora hemos entrado en una fase en la que cada país tiene tantos problemas que le resulta ya difícil estar pendiente de su propio ombligo como para cuidar de otros. Este hecho social se traslada también al individuo que mira más hacia si mismo y a su propia familia procurando salvarse él y los suyos, sin preocuparse de los que los que le rodean. Creo que la esencia del ser humano está sobretodo en la generosidad. ¿Cómo puedo yo vivir tan plácidamente si mi vecino lo está pasando francamente mal? Incluso pensando egoístamente tampoco funcionaría pues el mal del vecino acabaría afectándome a mí. Pensemos… Tenemos un montón de ejemplos y no sólo económicos. Si un vecino se infecta por un virus, pongamos el de la gripe por ser uno muy común, tendremos muchísimas probabilidades de contagiarnos. Al salir de nuestra vivienda y coger el ascensor, puede haber virus de mi vecino enfermo y ya no hace falta más, muy probablemente acabaremos tan enfermos como él. Si ha perdido su trabajo dejará de pagar la comunidad antes de cumplir con sus mensualidades de la hipoteca o los recibos de la luz y el agua, también nos veremos afectados.

Por esto y por mucho más creo que nos toca dejar atrás pequeñas rencillas o desencuentros y arrimar el hombro, aplicar el sentido común, eso sí el verdadero no el de Rajoy, y no permitir que unos pocos «listos» dirijan nuestras vidas hacia un abismo lejanamente olvidado y desconocido por muchos. Ese abismo al que nos quieren precipitar podría ser una esclavitud edulcorada, si no lo es ya. Ellos se creen que vivimos pendientes de un hilo, su hilo, pero es que ellos también viven pendientes de otro hilo. De indigestión también se muere uno, en mi tierra se dice que «de grandes comilonas están los cementerios llenos».

Ante la evidente pérdida de libertad, derechos y estabilidad, avocados a una nueva esclavitud de la que aún hoy muchos no son conscientes porque aún están al cobijo de los poderosos y se sienten a salvo de todo; todavía se sienten protegidos por ese poder al que han aupado. Veremos cuanto les dura a ellos la eufórica tranquilidad y la prepotencia absurda y fuera de tono. Si hasta la propia naturaleza está harta de nosotros, y es la Naturaleza, la propia Tierra en la que todos vivimos, quien realmente tiene todo el poder, sobre ellos y nosotros; ahí no hay diferencias entre amos y esclavos. Por eso creo que es precisamente a la Naturaleza a la que debemos respetar y cuidar, y no obedecer a unos ignorantes avariciosos hambrientos de poder. Sólo la unión hace la fuerza, siempre se ha dicho, ¿no? Pues unámonos aparcando nuestras pequeñas diferencias ante tanto atropello. ¡Gracias!

(c)Miguel Je 2012

sábado, 4 de febrero de 2012

DESCUBRIR LA VERDADERA IDENTIDAD


«El destino es como una coliflor
 que crece por igual en todas las direcciones.»

Hallar la verdadera identidad significa encontrar cuales son nuestros verdaderos deseos y características, y ser capaces de vivir de un modo que los exprese. Aprender a ser auténticos, sinceros en el sentido de permitir que nuestra conducta y nuestro lenguaje sean una expresión espontánea y verdadera de nuestros sentimientos. Relacionado con la propia identidad está el descubrimiento de la vocación, y la búsqueda de una nos lleva a la otra, acercándonos al verdadero DESTINO.
El camino hacia nuestro «destino» parte del aprendizaje de quienes somos, surge de la capacidad para escuchar las propias voces internas, reside en el descubrimiento de lo que queremos hacer con nuestra vida.
El descubrimiento de la propia identidad es casi sinónimo con el hallazgo de nuestra «carrera», que nos revela el altar en el que nos inmolaremos. Descubrir cuál es nuestra tarea en la vida es un poco como encontrar a nuestra pareja, no es fácil, tampoco difícil, aparece un día y no dudamos. Pero como ocurre con todo, hemos de estar predispuestos, con nuestros sentidos despiertos; aunque hay veces que los acontecimientos son tan traumáticos que nuestra mente se abre y acepta sin preguntas el nuevo descubrimiento. Si uno llega a un momento en su vida en el que tiene que pararse y reflexionar no debe negarse a hacerlo. No podemos cambiar el pasado, sólo nos queda asimilarlo y aceptarlo sin traumas ni rencores. El pasado ya está cerrado pero si por cualquier motivo nos encontramos en la tesitura de volver a empezar, ese pasado nos sirve como experiencia. No podemos olvidarnos que somos el producto de los años vividos y hasta aquí llegamos acompañados de enfermedades carenciales. La insatisfacción de las necesidades básicas de seguridad, protección, pertenencia, amor, respeto, autoestima, identidad y auto-realización genera males y enfermedades carenciales. Algo es una necesidad si su carencia genera una enfermedad, recordemos que por enfermedad se entiende cuando hay una alteración de la salud, ante la cual y prioritariamente se impone una curación.
Hace unos tres años estaba en una situación parecida a la que ahora estoy viviendo, buscaba mi identidad perdida o nunca encontrada, tres años solamente y todo lo que he recorrido desde entonces para volver a encontrarme en la misma posición. Algo ha cambiado, ahora no estoy solo, somos una familia y al menos esto me dice que algo he hecho bien. Me pregunto como si nunca antes lo hubiese hecho qué es lo que tengo que hacer para encontrarme, y a mí no acude ninguna respuesta efectiva. Cierro los ojos intentando escuchar algo en mi interior y la única palabra que me sale es AMOR. Soy consciente que desde el momento en el que quiero cambiar una mala época por otra mejor estoy empezando ya la transformación. Mi corazón está abierto y he de desear que el cambio se produzca sin buscarlo para permitir así que la transformación suceda cuando la vida lo considere oportuno.
Somos el fruto de nuestro pasado y como primer paso debemos sanar el pasado. Perdonar es liberar y liberarse; no debemos comenzar el nuevo camino sin antes habernos perdonado. La comprensión es curativa y sanadora. El pasado no puede cambiarse pero si reestructurarse; comprender ayuda a aceptar. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia versión de los hechos por eso cada vida es un guión único que debemos de liberar de todas aquellas situaciones de culpa, resentimiento y de recriminación. Es difícil dejar de culparnos pero hemos de creer que sólo es una etapa más a salvar. Primero culpamos a los demás de nuestras desgracias, surge el odio, es más fácil este sentimiento. Una de las razones por la que las personas se aferran tan obstinadamente a sus odios es porque intuyen que, si el odio desaparece, se verán obligados a enfrentarse al dolor. Pero no sirve de nada el aferrarse a él pues en el proceso curativo desaparecerá y el dolor será inevitable. Es fácil que pasemos de odiar al causante de nuestro mal a odiarnos a nosotros mismos y todo por evitar el dolor.
Yo puedo decir que ya he superado estos pasos, el odio ha quedado atrás y el dolor está empezando a desaparecer, por lo cual he aceptado mis errores que reconozco como parte del aprendizaje.
Estoy preparado para elegir el futuro desde el presente, lo único que tengo junto con mi imaginación, y desde aquí le espero con confianza y con la seguridad de que será lo mejor que tenga que ser.
©Miguel Je 2009