«El destino es como una coliflor
que crece por igual en todas las direcciones.»
Hallar la verdadera identidad significa encontrar cuales son nuestros verdaderos deseos y características, y ser capaces de vivir de un modo que los exprese. Aprender a ser auténticos, sinceros en el sentido de permitir que nuestra conducta y nuestro lenguaje sean una expresión espontánea y verdadera de nuestros sentimientos. Relacionado con la propia identidad está el descubrimiento de la vocación, y la búsqueda de una nos lleva a la otra, acercándonos al verdadero DESTINO.
El camino hacia nuestro «destino» parte del aprendizaje de quienes somos, surge de la capacidad para escuchar las propias voces internas, reside en el descubrimiento de lo que queremos hacer con nuestra vida.
El descubrimiento de la propia identidad es casi sinónimo con el hallazgo de nuestra «carrera», que nos revela el altar en el que nos inmolaremos. Descubrir cuál es nuestra tarea en la vida es un poco como encontrar a nuestra pareja, no es fácil, tampoco difícil, aparece un día y no dudamos. Pero como ocurre con todo, hemos de estar predispuestos, con nuestros sentidos despiertos; aunque hay veces que los acontecimientos son tan traumáticos que nuestra mente se abre y acepta sin preguntas el nuevo descubrimiento. Si uno llega a un momento en su vida en el que tiene que pararse y reflexionar no debe negarse a hacerlo. No podemos cambiar el pasado, sólo nos queda asimilarlo y aceptarlo sin traumas ni rencores. El pasado ya está cerrado pero si por cualquier motivo nos encontramos en la tesitura de volver a empezar, ese pasado nos sirve como experiencia. No podemos olvidarnos que somos el producto de los años vividos y hasta aquí llegamos acompañados de enfermedades carenciales. La insatisfacción de las necesidades básicas de seguridad, protección, pertenencia, amor, respeto, autoestima, identidad y auto-realización genera males y enfermedades carenciales. Algo es una necesidad si su carencia genera una enfermedad, recordemos que por enfermedad se entiende cuando hay una alteración de la salud, ante la cual y prioritariamente se impone una curación.
Hace unos tres años estaba en una situación parecida a la que ahora estoy viviendo, buscaba mi identidad perdida o nunca encontrada, tres años solamente y todo lo que he recorrido desde entonces para volver a encontrarme en la misma posición. Algo ha cambiado, ahora no estoy solo, somos una familia y al menos esto me dice que algo he hecho bien. Me pregunto como si nunca antes lo hubiese hecho qué es lo que tengo que hacer para encontrarme, y a mí no acude ninguna respuesta efectiva. Cierro los ojos intentando escuchar algo en mi interior y la única palabra que me sale es AMOR. Soy consciente que desde el momento en el que quiero cambiar una mala época por otra mejor estoy empezando ya la transformación. Mi corazón está abierto y he de desear que el cambio se produzca sin buscarlo para permitir así que la transformación suceda cuando la vida lo considere oportuno.
Somos el fruto de nuestro pasado y como primer paso debemos sanar el pasado. Perdonar es liberar y liberarse; no debemos comenzar el nuevo camino sin antes habernos perdonado. La comprensión es curativa y sanadora. El pasado no puede cambiarse pero si reestructurarse; comprender ayuda a aceptar. Cada uno de nosotros tenemos nuestra propia versión de los hechos por eso cada vida es un guión único que debemos de liberar de todas aquellas situaciones de culpa, resentimiento y de recriminación. Es difícil dejar de culparnos pero hemos de creer que sólo es una etapa más a salvar. Primero culpamos a los demás de nuestras desgracias, surge el odio, es más fácil este sentimiento. Una de las razones por la que las personas se aferran tan obstinadamente a sus odios es porque intuyen que, si el odio desaparece, se verán obligados a enfrentarse al dolor. Pero no sirve de nada el aferrarse a él pues en el proceso curativo desaparecerá y el dolor será inevitable. Es fácil que pasemos de odiar al causante de nuestro mal a odiarnos a nosotros mismos y todo por evitar el dolor.
Yo puedo decir que ya he superado estos pasos, el odio ha quedado atrás y el dolor está empezando a desaparecer, por lo cual he aceptado mis errores que reconozco como parte del aprendizaje.
Estoy preparado para elegir el futuro desde el presente, lo único que tengo junto con mi imaginación, y desde aquí le espero con confianza y con la seguridad de que será lo mejor que tenga que ser.
©Miguel Je 2009
©Miguel Je 2009
Si al tratar de encontrarte, como expresas, has tropezado con el AMOR, ¡no sabes bien la suerte que has tenido! Una suerte a la que hay que aferrarse, como el mejor premio a las ingratitudes y sinsabores que, en su búsqueda, todos hemos tenido que andar por vericuetos y caminos, muchas veces, equivocados y torcidos que han hecho sangrar nuestras almas.La paz,la tranquilidad y las perspectivas de futuro, las podemos empezar a experimentar a partir de esta situación presidida por al AMOR.
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