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sábado, 7 de enero de 2012

ELEGIR EL FUTURO



«Si soy capaz de reforzar los acontecimientos positivos
alimentaré el imán mental para atraer otros del mismo signo.»
 
  Recuerdo la sensación de bienestar que me produjo la primera vez que entré en un ático vacío y nuevo, allá por el año 1992; creo que me pasé toda una mañana recorriendo y examinando minuciosamente aquella estancia para luego sentarme sobre el suelo de madera clara, inmaculadamente brillante, inmerso en el placer que me producía estar, por fin, en el que sería mi verdadero primer hogar. Mi imaginación volaba.  Impregnado del característico olor que desprenden los pisos sin estrenar supe que aquella sí era la casa en la que podíamos comenzar a vivir el futuro que desde muy pequeño soñaba. La imaginación actúa como un bumerán que siempre vuelve cuando no da en el blanco.

  Ahora cierro los ojos y pienso en una habitación blanca y vacía en la que me sitúo en el centro para dejarme caer lentamente adormecido en sueños agotadores de los que despertaré sudoroso para descubrir que la habitación ya no está inmaculada, es una casa vivida. En este momento todo me resulta demasiado intenso, la estancia está excesivamente llena y tanta vida me ha dejado exhausto. ¡Es que son treinta y ocho años!

 Sé que es un sentimiento pasajero, en otros momentos convivir con el pasado rozándome a cada instante me producía hasta placer, ahora me produce asfixia. No puedo enamorarme de una pintura nueva porque no tengo espacio para colgarla. Esto es en esencia, creo, la causa de mi dolor: el miedo a no tener espacio en mi corazón para vivir nuevas sensaciones. Me viene a la memoria el dicho popular que dice que  «el casado casa quiere», pienso que es verdad.

  Este es mi presente, una transición en la que sedimentar todo lo vivido hasta ahora para luego despegarme de él. El futuro se elige desde el presente, cada amanecer yo despierto a un nuevo día al que debería esperar con confianza y con la seguridad de que será lo mejor que tenga que ser. Así que el futuro  deberá elegirse como una proyección de la confianza y de la seguridad. Pensemos que la realidad es una sustancia dúctil que corresponde a lo que se crea en la mente.

  En mi futuro quiero orden, equilibrio y serenidad; si lo que uno necesita puede conseguirlo, cuanto antes se empiece mejor. Si lo que quiero es orden debo empezar a ponerlo a mi alrededor y en eso estoy, la casa limpia y ordenada, dieta y costumbres equilibradas. Empezando por cambiar lo más sencillo llegaremos a obtener nuestras metas. No hay que tener prisa, todo deseo requiere su tiempo para hacerlo realidad y además se ha de dar el momento oportuno.

 Estoy seguro de querer volver a Madrid pero sólo lo haré en determinadas condiciones. ¿Por qué quiero volver a la gran ciudad donde me pasaron tantas desgracias? En primer lugar porque quiero seguir aprendiendo, aquí me siento demasiado aislado del mundo, en su momento esto era lo que necesitaba pero ahora me siento recuperado. En segundo lugar porque necesito crear un hogar con Manuel en el que cada uno tenga su espacio, un hogar que sea de los dos. Es quizás la necesidad de construirlo desde el principio y los dos queremos aventurarnos en un proyecto común. Hay más motivos, como puede ser mi cabezonería por insistir en vivir en la que siempre será nuestra ciudad porque allí nos conocimos y de la que ambos tuvimos que irnos para rehacernos y poder seguir viviendo nuestro amor, o mi deseo antiguo de estudiar interpretación o incluso por estar más cerca de Galicia...

  Aún nos sentimos demasiado jóvenes para vivir como jubilados en Benidorm. Si somos capaces de desear un futuro también tenemos que serlo de elegir qué futuro queremos y caminar hacia él con alegría de vivir. Nos conocimos en un momento en el que ambos la habíamos perdido y poco a poco la hemos ido recuperando.

 Si hay algo realmente imprescindible para elegir un futuro ese algo es  “alegría de vivir”, y esta se tiene o no se tiene, no es algo que se pueda conseguir con dinero pero sí que se puede trabajar para tenerla y a veces simplemente aparece, como el amor.
 ©Miguel Je 2010

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