Con esta licencia folklórico-titular
me he permitido plantear una cuestión para tratar de descubrir
realmente ¿a qué, este no menos folklórico Presidente del
Gobierno de España, fue tan lejos?
Es la interrogante que, con todo
derecho, podemos plantearnos los ciudadanos españoles cuando, con
ocasión de su visita como invitado ¡nada menos! que del G20, nos
asombramos sospechosamente de la enorme deferencia que supone el
hecho de que, un dirigente político de la escasa talla de Rajoy,
vaya tan lejos y no sólo se le invite a tan importante foro sino
que, ¡además!, se le conceda el honor de pronunciar el discurso
inaugural.
Un hecho del que, a tantos kms. de
distancia a los españoles, paradójicamente, en vez de llenarnos de
orgullo, más bien nos induce a sorpresa al mismo tiempo que,
también, a no pocas sospechas porque, sin más remedio, por la poca
fiabilidad que nos ofrece este personaje político, dada su fama de
mentiroso, necesariamente hemos de colegir que aquí hay “gato
encerrao” ya que, tanto jaboncillo dispensado por estos
acaparadores magnates, tiene que responder a agradecimientos y
tejemanejes ocultos que, en España, no son fáciles de explicar
porque ¡jamás! podremos los ciudadanos llegar a creer que se pueda
premiar, aplaudiendo de semejante manera, las medidas de gestión del
gobierno español de una economía como la nuestra arrastrada a la
crisis premeditadamente y que, además, en tan sólo tres años de su
puesta en marcha, ha conseguido sumir en los umbrales de la pobreza a
más de doce millones de españoles; setecientos mil de los cuales
carentes en absoluto de prestaciones y, casi, cinco millones sin
trabajo de los que, muchos cientos de miles, corresponden a una
juventud sin porvenir y sin esperanzas que, con plenitud de
formación, han tenido que acudir a la penosa emigración por cientos
llegando, en este ranking de desaciertos y despropósitos, a
conseguir el segundo puesto de Europa en malnutrición y pobreza
infantil.
Irrefutables razones que nos llevan a
seguir ahondando en este teatrillo al que el Sr. Rajoy nos tiene más
que acostumbrados y que culminan en estas jornadas festivo-ricachonas
donde, a careta quitada, se ha atrevido a “largar” por su boca,
con cierto autobombo, unos supuestos logros económicos (conseguidos
con el esfuerzo y el sudor del pueblo español exclusivamente)
aplicando, sin rechistar y subordinadamente, las criminales y
neoliberales medidas económicas que, dictadas por la célebre
“troika” desde Bruselas, nos ha retrotraído a los ciudadanos de
España a niveles desconocidos en muchos años y que, por desgracia,
a los que tenemos cierta edad, nos ha hecho recordar los
padecimientos de una cruel posguerra llena de hambruna y miseria.
A esto y no a otros méritos, se han
referido los ricachones del mundo al premiar a Rajoy con tales
distinciones que no podemos asumir los españoles de ninguna manera
ya que, en este sujeto, han encontrado el “minguito” más
formidable para convertir a España en el laboratorio experimental de
todas las neo-liberales técnicas económicas, que hacen más
permisible lo que, moralmente hablando es el delictivo compendio de
todos los egoísmos que arrastran a los pueblos a la miseria sin
remedio porque, estos ricos sin escrúpulos, lo único que desean y
entienden, es seguir acrecentando absurdamente sus cuentas de
resultados, porque no quieren oír hablar de apretarse cinturones ni
de equidad con una más justa distribución de los riqueza que, en
este planeta, va siendo cada vez más decantada en escasas manos.
atentando contra la supervivencia de la humanidad.
Finalmente hay que poner de manifiesto
que, a la vista de los resultados del supuesto y autocacareado éxito
en la “salida” de la crisis económica de nuestro país, sólo en
la mente de estos vendidos del PP, con la ingenuidad e ineptitud de
Rajoy a la cabeza, se puede concebir una tan gran mentira porque el
latrocinio por ellos perpetrado en los bienes producidos por la
laboriosidad colectiva de todos los españoles, es la triste y severa
realidad que nos habla, a las claras, de que habrán de pasar muchos
años para que se borren las huellas del expolio que ha sufrido
España en tan poco tiempo y con tanta dosis de nocturnidad y
alevosía puesto que, en al mundo, habrá pocos ejemplos semejantes
de que un partido político gane, sólo con mentiras, CUAL VULGARES
POPULISTAS, unas elecciones con un programa en el que no había ni
una sola cosa para cumplir, salvo sacar de la crisis, ¡eso sí!, a
los poderes fácticos financiero-especuladores que, a pesar de las
tropelías cometidas en sus ansias, han sido rescatados con nuestro
dinero, detrayéndolo del bienestar que los españoles supimos darnos
y con las consecuencias que todos hemos experimentando, al tener que
ver cómo han fagocitado todos los recursos de este país, salvando
sus pellejos y lanzando, al mismo tiempo, sobre la dignidad y
entereza de los españoles, eso de que “hemos vivido por encima de
nuestras posibilidades” y que, por tanto, nos merecíamos vivir
como a ellos les ha dado la gana que viviéramos porque, esto que han
hecho con tanta facilidad, fue la medida y premeditada acción de un
gobierno vendido al dinero, con la triste agravante de haberlo hecho
a sabiendas de que existían, en buena economía, otras soluciones
menos traumáticas y eficaces para que, la sufrida y estoica
población española, saliera de una crisis provocada y artificial,
que no se merecía el verse despojada de su bienestar económico y
social alcanzado con tanto sacrificio.
©Manuel Guzmán 2014