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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Cuestión catalana: 9N



Como español, nacido en las regiones periféricas de nuestra península, asombrado, preocupado e indignado quiero dirigirme, con este humilde escrito, a todos los españoles de buena voluntad que, probablemente, intoxicados, como yo, por la fuerte campaña mediático-política dirigida desde los centros del poder gubernamental del país en Madrid, con inexactitudes y mentiras, tan machacona y torticeramente dirigidas contra la nación catalana, hayan podido llegar a pensar que este noble pueblo, al reclamar su legítimo derecho a decidir el 9N su futuro, está atentando contra lo que estos politicastros españolistas han denominado “Constitución”. Un documento pergeñado y apañado en un periodo difícil y lleno de obscurantismos, en beneficio de los de siempre, con fuertes lagunas que han venido a poner de manifiesto, ahora, que es un mero cuento eso de que la soberanía reside en el pueblo.

Una aseveración que resulta fácil de explicar cuando no hace falta esforzarse mucho para darnos cuenta de que, a la vista de las actuaciones de esas supuestas formaciones políticas, llamadas partidos democráticos, los que conocimos desde su comienzo el franquismo, en muy poco las podemos diferenciar de las de aquel dictatorial montaje de partido único pues, en eso que ahora denominan Parlamento (antes Cortes Españolas) es un hecho el que, por ejemplo, la mayoría absoluta que tiene el PP, consigue los mismos resultados a los que el dictador Franco llegaba por aclamación, sacando adelante leyes contrarias a los intereses de la mayoría de los españoles con la paradoja de que, ahora, estos diputados, se autodenominan “representantes” del pueblo. ¿De qué pueblo?, podríamos preguntarnos.

Estamos, al cabo de más de tres décadas de supuesta andadura democrática, comprobando la tremenda estafa que, para todos los españoles de buena voluntad ha supuesto este formidable tinglado político que se empeñan en seguir llamando democracia y que dista bastante, aun, de que se le pueda seguir reconociendo tal caracter porque está poniéndose de manifiesto, ya a las claras, de que en España es muy fácil secuestrar la voluntad popular mediante el tinglado de unas elecciones que, manipuladas mediáticamente, hacen que, el egoísmo de los poderosos, siga siendo la lacra de este país, con el resultado del enriquecimiento injusto de unos pocos a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría del pueblo español.

Eso que tan pomposamente estos individuos sin escrúpulos, beneficiados de la política, denominan CARTA MAGNA fue la patente de corso, el blindaje para que los herederos del franquismo así como sus alevines pudieran, en este país, seguir disfrutando de toda clase de prebendas, haciendo y deshaciendo a su antojo, bien situados y atrincherados en todas las instituciones del Estado que, a duras penas, están resultando democráticas porque, desde la Justicia, pasando por todos los estamentos de la Administración, vemos que la corrupción y toda la delincuencia por ella propiciada, se ha enseñoreado de las mismos haciendo que, desde los más bajos hasta los más altos, parezcan cortijos cerrados que sólo funcionan a sus instancias y para sus provechos.

De esta guisa ¿cómo es posible que el pueblo catalán no pueda expresar su voluntad de decidir su futuro? La respuesta está en que tan solo porque un Tribunal, como el Supremo, formado antidemocráticamente y compuesto por esbirros y “estómagos agradecidos”, nombrados por los partidos se irrogan, cual endiosados, la única interpretación posible de esa Constitución en la que, como está quedando claro, la voluntad popular no cuenta para nada a pesar de que, como en este caso que me ocupa, sea de justicia el dar al pueblo catalán la posibilidad de expresar votando, su voluntad afirmativa de gran pueblo, con unas señas de identidad difíciles de superar en toda la península Ibérica, porque han topado con el borreguismo político y el analfabetismo de una clase política madrileña que desconoce el significado de Cataluña como entidad nacional indiscutible, ¡nada menos! que desde el siglo IX, cuando los condados independientes de Cataluña, capitaneados por Vifredo el Velloso, se independizan de los francos y alcanzan un indiscutible y alto índice cultural y económico con el Monasterio de Sta. María de Ripoll como grandioso y activísimo foco de difusión de la tradición latino eclesiástica isidoriana, reforzada por aportaciones de la ciencia greco-oriental a través de la cultura arabigo-española al traer de Córdoba tratados astronómico-geométricos.

Un indiscutible mérito que señala una gran diferencia con el resto de los territorios peninsulares que continua, a través de varios siglos, con el desarrollo de toda una hegemonía mediterránea que dio días de gloria a la monarquía catalano-aragonesa, cuando se pudo considerar al Mediterráneo un mar catalán con grandiosa escuadra y famosos almogávares, protagonistas de acciones tan notables en el exterior, como la de Atenas, para que se hiciera sonada la venganza catalana con Roger de Flor.

Un pueblo noble y esforzado con fuerte y definida personalidad, que los españoles no podemos dejar de tener en cuenta a la hora de considerar lo que el gobierno de Madrid, del Partido Popular, está tratando de perpetrar sin razón y por la fuerza bruta exclusivamente, ya que no se puede sostener históricamente ni, ¡mucho menos! que, a la vista del comportamiento del desgraciado gobierno del PP que tenemos, con tantas actuaciones que van en contra de los intereses de una ciudadanía tan madura y laboriosa como la catalana, se perpetúe un atentado tan grave como el de impedir que, este gran pueblo, tenga la posibilidad de decidir su propio futuro en pos de su mejor desarrollo y a sabiendas de que la prosperidad alcanzada afectaría, muy positivamente, al resto de los pueblos de España puesto que sabríamos celebrar, junto a ellos, que fueran tan independientes...., como para que pudieran elegir en libertad su mejor destino y nos alcanzara a todos los habitantes de este maltrecho país, como se ha puesto de manifiesto siempre con todo lo bueno que, desde la Cataluña eterna, ha alcanzado siempre al resto de los territorios españoles.          
©Manuel Guzmán 2014

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