Expresándome, siempre, en clave de
suposición quiero poner de manifiesto que, considerando al Sr.
Torres Dulce español de buena voluntad quiero, antes de nada y con
motivo de su, ¡más que sospechoso!, razonamiento para dimitir como
Fiscal General del Estado, darle la bienvenida al creciente club
creado entre los dimisionarios que, por razones “exclusivamente
personales” (como dice Rajoy) están abandonando puestos clave en
la administración del Estado a sabiendas de que son otras y
poderosas razones las que les obligan a dimitir.
Algo tan sonado y significativo que,
como ciudadanos españoles, no podemos dejar de pasar por alto
centrándonos ¡tan solo! en una posible causa: la descomposición y
degeneración de un gobierno que, autodenominándose democrático y
embriagado por la mayoría absoluta de la que disfruta, se ha creído
con arrestos para saltarse a la torera todas las reglas que,
consustancialmente, determinan el equilibrio entre los poderes que
democráticamente actúan en la ideal gobernación de los pueblos que
aspiran a pertenecer al mundo de los desarrollados y civilizados.
¡Qué mala suerte tuvimos los
españoles! que, a pesar de haber empleado tanta y buena voluntad
en el 20N del 2011 no acertamos, sin embargo, en la elección de un
Partido como el Popular al depositar nuestra confianza en manos de
quienes, en tan corto espacio de tiempo (menos de tres años) han
conseguido, con éxito evidente y por desgracia, desamortizar todo el
bienestar que, con no poco sacrificio, conseguimos darnos los
ciudadanos de este país, haciendo que la pobreza vuelva a
enseñorearse de millones de españoles y que, por varias
generaciones, nuestras juventudes carezcan de esperanza para hacer
cierto ese empeño que todos los padres ponen en que los hijos los
mejoren y los superen todo.
¿Qué está pasando? Esta dimisión en
la Fiscalía General del Estado está más que justificada y no nos
puede un “gobierno”, como el Popular, venir con milongas porque,
¡de una vez por todas!, y descubierto el juego y el empeño que han
desplegado en el acaparamiento de toda la riqueza nacional para los
especuladores y sus derivados de corrupciones, quieren aún más y
por ello pretenden que nadie pueda meter las narices en la
persecución de todas sus prácticas delictivas, negligencias y demás
irregularidades gubernamentales, al intentar ¡nada menos! conseguir
amordazar a la Justicia y hacer que sea una quimera el principio de
la separación de los poderes favoreciendo, con esta acción,
únicamente a los fácticos poderes que les ayudaron a ganar las
elecciones para que, judicialmente, quedemos desprotegidos los
ciudadanos y no podamos hacer valer nuestros derechos, agredidos por
un régimen que, con prácticas dictatoriales y disfrazado de
democrático hace que sean meras apariencias la actuaciones de estos
supuestos gobernantes porque está ya claro que de eso... ¡nada
tienen! ¡A ver si creen que los españoles nos hemos caído de un
guindo!
No he visto en toda mi dilatada vida,
mayor desfachatez que la desplegada por este grupo de descerebrados
de un gobierno y del partido Popular que lo sustenta que, sin
escrúpulos, camina sin moral ni éticas conocidas, supercrecido y
con la vista puesta sólo en ganar las próximas elecciones,
creyendo y confiando que, con la mentira, van a conseguir un doblete
en el despótico poder que han protagonizado de tan mala manera para
desgracia de tantos españoles que, a fuerza de atropellos hemos
empezado a comprender lo que significa la falta de participación
ciudadana en el ejercicio y control de la buena política, que no
debe perseguir otra cosa más que la consecución del bienestar para
todos y la justa y equitativa distribución de la riqueza,
desterrando de nuestro país a especuladores financieros e intereses
de mercados a los que como invasores, cual hicieran nuestros bravos
antepasados, debemos vencer y combatir sin contemplaciones ya que
abusando de la nobleza de este pueblo nos han convertido en súbditos
del egoísmo de los nuevos esclavistas con ayuda de estos
desaprensivos políticos que nos gobiernan, traicionando la confianza
mayoritaria que un nefasto día los españoles depositamos en ellos
creyendo en su programa totalmente incumplido.
©Manuel Guzmán 2014
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