«Nada es bueno ni malo, el pensar lo hace así.»
WILLIAM SHAKESPEARE (1564-1616)
SECUENCIA 12
SECUENCIA 12
EN EL RINCÓN DE LOS ARCÁNGELES CON VISTAS AL RETIRO
La luz del amanecer entraba por los tres grandes ventanales del apartamento que miraban a la parte norte del parque del retiro, yo me senté en el sillón, mirando al este, Rafa me miraba a mí pensativo, tenía esa mirada como de querer preguntarme algo pero no acababa de decidirse. No había pasado un Ángel, habían pasado cientos. Su telón de fondo, retrato pintado por Manolo Quejido, se estaba iluminando lentamente, ante mi tenía al modelo delante de una pintura que me decía más de lo que quería saber, no quería que amaneciera pero era inevitable. Ninguno de los dos se atrevía a romper un silencio que en absoluto me resultaba incómodo, pero Rafa sí lo estaba, cambiaba de postura pero sin dejar de mirarme, la música se había parado hacía ya un buen rato, iba a ser uno de eso maravillosos amaneceres madrileños, los coches empezaban a llenar la avenida, yo cerré los ojos y seguía viendo la pintura, seguía viendo sus ojos y todos esos hombres abrazados detrás de su imagen…
—¿Tienes sueño? Voy a ponerte una maravillosa canción… ¿Te gusta la ópera? Me dijo en voz casi susurrante mientras se levantaba sin esperar mi respuesta…
—Me gusta Maria Callas… y me gustas tú… Dije casi para mí, pero me oyó…
Se asomó por un ventanuco desde la cocina que yo no había visto antes y me asustó cuando oí su voz susurrante decirme que me quería, quizás por ver mi expresión de asombro dijo ya en tono normal:
—¡Un poquito!
Quizás porque se sentía amparado al hablarme desde otra estancia se atrevió a decirme aquello que le estaba rondando desde hacía tiempo por su cabeza…
—Toma, hazte una pipa!!! Alargando la mano me entregó un pequeño bote de «transilium» y la pipa, yo miré el bote sorprendido…
—¡¡¡Tiene «maría»!!! Y se quedó con los brazos cruzados sobre la minúscula barra mirándome.
—¿Qué?
—¿Puedo hacerte una pregunta?
—Hazla!!! Que sepa contestarla ya no te lo puedo afirmar… Y soltó por fin la gran pregunta qué me habían hecho tantas veces:
—¿Por qué un chico tan atractivo, con una inteligencia que te sale por todos los poros, con una carrera, exquisitamente educado y encantador, puede ser tan fresco como para hacer la carrera por las calles?
La verdad nunca me lo habían preguntado, nunca con tanto tacto ni con tanta ternura, aun así contesté lo de siempre, más chulo que un ocho, pero muy serio:
—Todo lo que ayer hice por amor hoy lo hago por dinero.
Se quedó pensativo, sonrió luego y me dijo:
— Esa frase la he oído antes!!!
— Sí, en una canción de ese disco que has puesto antes, es una letra escrita por Carlos, pero esa frase es mía. Ahora voy hacerte yo otra pregunta…
—Espera que ponga a la Callas… Y volvió. Mientras yo me dejé ir por el cielo resplandeciente de un Madrid ya despierto. Se acercó a mí y me besó en el cuello inclinándose tras el sillón, yo me levanté y le abracé. Nuestros cuerpos quedaron pegados, sentí su erección y el sintió la mía, entonces María empezó a cantar, ahora sí que la estancia se había llenado de Ángeles. Fue un beso eterno adornado por una maravillosa canción que aún hoy, aún ahora que la escucho mientras escribo me hace llorar de emoción: «Mon coeur s'ouvre a ta voix». Esa canción se enlazó con el «Ave María de Bach», y entonces supe que el paraíso está aquí, en la Tierra.
—¿Qué querías preguntarme?
—No me acuerdo!!! Mentía, sí que lo sabía. Quizás mañana lo recuerde…
—¿Te hace un baño antes de acostarnos? Dijo Rafa, ya disponiéndose a prepararlo antes de que Antonio tuviera ni tiempo a contestarle.
—Con mucha espuma y unas gotas de tu esencia, ¿puede ser «my darling»?. Y se rió como ese perro de dibujos animados cuando ha hecho alguna de las suyas.
(Continuará…)
©Miguel Je 2013