«Cuarenta y cuatro
años después y la vida sigue igual»
Si en el mes de mayo del año
pasado me dijeras que iba a estar viviendo en la casa donde pasé mis
primeros cuatro años de vida te diría que te habías vuelto loco, y
si me lo hubieras pedido te hubiera dicho un «no» rotundo; pero ya
ves, aquí estoy: feliz, decidido a quedarme y con una serena
naturalidad, como si nunca hubiera tenido otro hogar. Una sencilla
casa del siglo XIX que pasó de generación a generación hasta
llegar a mí, más bien yo llegué a ella. Tú me dejaste aquí con
apenas unos meses de vida en la misma casa en la que habías nacido y
tú mismo me arrancaste engañándome cuatro años después para
volver a dejarme a pocos kilómetros en aquella triste caserón en el
que nací. Pero como queriendo arreglar lo que un día estropeaste me
volviste a traer regalándomela aunque por ello diste tu último
suspiro. Ya ves que vueltas da la vida. Me arrancas de un maravilloso
paraíso para que conozca el mundo y cuando tú lo abandonas me
atraes de nuevo al paraíso olvidado. Sigues siendo todo un misterio,
pero conociéndome cada día un poco más, te conozco también a ti, porque para eso llevo tus genes. Es curioso que hayas tenido que
morirte para que descubra que me querías como un buen padre debe de
querer a su hijo pero al que nunca quiso conocer, o quizás me
conocías demasiado por ser tan semejante a ti. Me río, eres
increíble, me educaste por telepatía y encima me siento orgulloso
de tu obra y como puedes ver la continúo con tu ayuda, con mis
genes, con mi fuerza, con mi tremenda intuición y con ese gran amor
del que ahora estoy seguro que en mis primeros días me entregaste.
¡No te rías! Ahora estoy cansado de la noche y no quiero perderme
el amanecer, ya ves que es muy tarde ya, pasan de las cuatro así que
ahora ilumíname pero dentro de mis sueños.
See you again! Thank you
by nothing, thank you by all. Thanks!!!
Miguel Je
Triste, pero necesario. Como todas las catarsis... Un abrazo, amigo.
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