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domingo, 12 de enero de 2014

REFUGIO

«Toda la verdad. Y nada más que la verdad. Y aunque creí que nunca más sería capaz de comenzar, la fantasía es una vía  y comencé a recuperar algunos trozos rotos y una parte que aún está vacía.»

Él estaba apoyado en un árbol, en su aparente

débil espalda hay una montaña de mochila que

soporta con la ayuda del recio eucalipto: me pide

refugio para un día o dos, como máximo una

semana, si no es mucha cara dura. Se ha quedado

sin casa y con muchas deudas, sin ahorros. Te has

encontrado con una especie de productor y cayó en

la trampa. Pero vamos, te vas a desmayar, vamos a 

desayunar. Después me lo contarás todo. Ya

pensaremos algo. Te sacaremos de este lío,

refiriéndome al perro negro que me acompañaba, 

que respondía al nombre de Dean. Mañana

haremos un ejercicio: empezarás a escribirme todo

lo que recuerdes de las actividades placenteras de

la infancia, y yo escribiré las mías. Él acabó por 

escribir un libro: «Historias de un quidam»

(Historias de uno cualquiera), yo aún no rematé el

mío. Dean murió un 14 de mayo en Madrid en el 

2006, justo después yo ingresé de urgencia en un 

hospital, pero eso es otra historia.

Han pasado 12 años y seguimos juntos 


escribiendo, paseando, cocinando y viviendo 


juntos. Tenemos un perro y dos gatas y muchas 


ganas de ver un nuevo día nacer, y pasear los dos 


con Alí y luego hacer el desayuno y a partir de ahí 


todo es sorpresa.


(c) Miguel Je 2014

1 comentario:

  1. Al final llegarás a la conclusión que todo lo sucedido fue un reencuentro de un largo tiempo perdido.

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