«Toda la verdad. Y nada más que la verdad. Y aunque creí que nunca más sería capaz de comenzar, la fantasía es una vía y comencé a recuperar algunos trozos rotos y una parte que aún está vacía.»
débil espalda hay una montaña de mochila que
soporta con la ayuda del recio eucalipto: me pide
refugio para un día o dos, como máximo una
semana, si no es mucha cara dura. Se ha quedado
sin casa y con muchas deudas, sin ahorros. Te has
encontrado con una especie de productor y cayó en
la trampa. Pero vamos, te vas a desmayar, vamos a
desayunar. Después me lo contarás todo. Ya
pensaremos algo. Te sacaremos de este lío,
refiriéndome al perro negro que me acompañaba,
que respondía al nombre de Dean. Mañana
haremos un ejercicio: empezarás a escribirme todo
lo que recuerdes de las actividades placenteras de
la infancia, y yo escribiré las mías. Él acabó por
escribir un libro: «Historias de un quidam»
(Historias de uno cualquiera), yo aún no rematé el
mío. Dean murió un 14 de mayo en Madrid en el
2006, justo después yo ingresé de urgencia en un
hospital, pero eso es otra historia.
Han pasado 12 años y seguimos juntos
escribiendo, paseando, cocinando y viviendo
juntos. Tenemos un perro y dos gatas y muchas
ganas de ver un nuevo día nacer, y pasear los dos
con Alí y luego hacer el desayuno y a partir de ahí
todo es sorpresa.
(c) Miguel Je 2014
Al final llegarás a la conclusión que todo lo sucedido fue un reencuentro de un largo tiempo perdido.
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