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miércoles, 21 de marzo de 2012

BUSCAS, PERSIGUES Y ENCUENTRAS (2)








 SECUENCIAS 5 Y 6


En pocos minutos llega al principio de la calle Almirante y camina aún más despacio. Se enciende otro cigarro, éste de manufactura propia con «avecrén» de su propia cosecha, la jardinería es otra de sus pasiones, y tiene mucha mano también para las plantas «ornamentales». Camina por la acera de la derecha y mira algún que otro escaparate. Pasa por la puerta de su peluquero, sonríe, mira enfrente y detiene su mirada en la placa de la puerta: Galería de Arte Moriarty. Recita casi susurrando:
— «Amor y arte, el amor por el arte, el arte de amar, amar es un arte…»
Luego le pone música y ya la tararea. Entonces empieza a escudriñar hacia el final de la calle. Ya hay chicos apoyados en portales.

Noche a noche fue haciéndose con las caras de sus compañeros, aunque procuraba no pasar del mero saludo; no pretendía hacer amigos, aunque a veces eso es algo que no se puede controlar.

Los coches pasaban lentamente, sus conductores miraban la mercancía que se les estaba ofreciendo. Un citroen AX blanco se paró justo unos metros delante de él.  Antonio se quedó sorprendido por un casco de obrero blanco que llevaba en la bandeja de la parte posterior. 
 — «Será un albañil, un arquitecto, un ingeniero… Y recordó una vieja canción de Elsa Baeza que empezó a tararear: arquitecto, ingeniero, albañil o leñador… No, era labrador… Al llegar éste a su altura el conductor abrió la puerta del copiloto  y Antonio se subió al coche, no sin antes haber mirado fijamente al conductor: un atractivo señor de poco más de 40 años con poblado bigote negro.
— «Tengo una cena preparada por mi excelente cocinera, es una pena que se enfríe, aunque siendo ya la hora que es (mira su carísimo reloj de oro mostrándolo bien) habrás cenado, seguro.»
— «¡He tomado un sandwich! Aunque no me vendría nada mal una buena cena para la que presumo será una larga noche de amor y sexo.» (Cuando dice «amor y sexo» le mira a los ojos y sonríen ambos)
— «Te vi ayer por primera vez y me has gustado, pero estabas ocupado, y he vuelto hoy, exclusivamente a buscarte…»
Antonio no le dejó terminar la frase y le besó en los labios. A punto estuvo de abrir la puerta del coche y largarse corriendo, pero no lo hizo, a cambio se entregó en el beso abriendo su boca y metiendo su lengua en la del «señor con bigote», dejándose ya arrastrar por la pasión. Así estuvieron unos minutos, callados, besándose… Antonio le acariciaba la nuca agradándole el tacto de su pelo y también el de su piel. Le olfateaba, le gustaba su olor a Esencia de Loewe. El «señor» se percató de lo que estaba haciendo y le susurró:
— «¿Te gusta como huelo?»
— «Me excita, y sí, me gusta. ¡Me gusta mucho…!»
— «¡Es Esencia... !»
— «Sí. Ya, la conozco…» (no dejando acabarle la frase)
— «¿Hace poco que te dedicas a esto, no?» 
— «¿A qué? ¿A ligar con hombres guapos y desprendidos? Hace menos de un mes.
El «señor» sonrió para acabar en carcajada sin dejar de mirar fijamente a los ojos de Antonio.
— «Eres puro encanto, ¡ojalá no cambies!»  
— «¿Por qué voy a hacerlo, me gusta como soy?»
Esta vez se rieron los dos. Antonio se encendió un cigarrillo de «los suyos» y se puso serio. Sin dejar de mirarle iba a hablar cuando su acompañante sacó del bolsillo una especie de molinillo de pimienta en miniatura y sobre una cinta de un cassette, la manipuló dejando caer un polvo blanco que con una tarjeta dividió en dos lineas mientras empezaba a hablar:
— «Me llamo Rafael, no acostumbro a irme con chaperos a casa pero tú pareces de fiar. Mi mujer está en la India y cuando salgo de trabajar suelo pasar por aquí camino de casa; se me ha hecho ya costumbre. ¡Toma! (entregándole el cassette después de haberse metido él primero una raya bien gorda) y… ¡Cuéntame tu vida!»
Antonio le pidió la tarjeta sin dejar de mirar el cassette (Stories of Johnny de Marc Almond) y empezó a hacer de su raya tres más chicas:
— «Me llamo Antonio, tengo 23 años, vivía en una ciudad del sur demasiado amargado. Mi vida había ido degenerando, no hacía nada, empezaba a ser un parásito… Lo dejé todo y me vine a Madrid con cinco mil pesetas. Así que de la misma manera en la que recibo esto (refiriéndose a la coca) pero cojo este poquito (esnifa) igualmente he escogido cobrar por hacer compañía. Necesito ganar dinero para estudiar en la escuela de Arte Dramático de Juan Carlos Corazza, y espero no cometer el error que ya cometí una vez,  cuando me enamoré locamente de un vecino casado. Quería dejar a su mujer por mí, y ponerme un piso, como si fuera «su fulana» y que no saliera; me quería sólo para él. 
¡No! Creo en el amor, pero ahora me interesa la interpretación, el dinero y el sexo. Por ese orden. Lo que quiero en mi vida se lleva mejor en soledad… De todas formas no renuncio a nada, y menos a la amistad. ¡Anda arranca! Empiezo a tener frío… Y me gusta amanecer en una cama.
Rafael no daba crédito, se había excitado como nunca y además se acababa de enamorar de un chapero o de un actor andaluz, posiblemente malagueño, por su acento.

(Continuará…)


©Miguel Je (2012)


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